La oración es una línea directa de contacto con Dios, es un recurso extraordinario que nos conecta con el Eterno. Estés donde estés, sea cual sea el momento o la situación, el recurso de la oración siempre estará a tu disposición.
La oración debe dirigirse a Dios y debe ir acompañada de la fe. A través de la oración podemos recibir maravillosos beneficios de Dios, porque el Señor escucha la oración y garantiza que no despreciará a un corazón contrito y quebrantado
Entre los muchos beneficios de la oración está el consuelo y el alivio que recibimos de Dios en los momentos difíciles. A través de la oración, Dios puede incluso enviar ángeles para que nos ayuden. El Señor Jesús, por ejemplo, estaba muy afligido, sabiendo que se acercaba la hora de su muerte. El Salvador fue a orar y durante esa oración un ángel vino del cielo para consolarlo (Lucas 11:43).
A través de la oración podemos recibir sabiduría de Dios. Sabiduría para resolver problemas, sabiduría para tomar decisiones y afrontar situaciones difíciles. El apóstol Santiago dijo: "Si alguno de vosotros necesita sabiduría, que se la pida a Dios, que la da generosamente y sin reproche..." (Santiago 1:5).
La oración nos beneficia en los momentos de grandes decisiones, no podemos empezar un proyecto sin antes rezar y pedir a Dios que nos oriente. Vemos el ejemplo del Señor Jesús que, antes de elegir a sus 12 apóstoles, pasó toda la noche rezando (Lc 6,12). Pongamos todos nuestros sueños y proyectos ante Dios en oración.
Mediante la oración podemos tener verdadera paz. La Escritura nos enseña que no debemos preocuparnos, sino orar: "Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias" (Flp 4,6).